El rostro humano ha sido objetivo y víctima de una cuidadosa observación y análisis. En la mayoría de los cultos, esta zona del cuerpo es la primera seña de identidad: la primera que recibe el impacto visual cuando nos miramos y nos comunicamos y, por tanto, constituye una especie de pasaporte para la vida.
La ortodoncia desempeña aquí un papel básico pero que va más allá de lo funcional, soluciona problemas emocionales y de autoestima y constituye uno de los principales motivos de consulta.
Antiguamente, los filósofos griegos ya introdujeron el término estética.
Ellos estudiaron las razones por las que el objeto o personas resultaban hermosos o agradables a la vista. Describieron las primeras leyes geométricas que debían ser respetadas por la armonía de las líneas y el equilibrio de las proporciones, que provocaban una sensación satisfactoria en el observador. También establecieron cánones de belleza que aún seguimos aplicando como guías reguladoras de la estética.
A menudo nos encontramos con que los niños más atractivos son considerados más inteligentes y son más aceptados socialmente, lo que sostiene la hipótesis de que el atractivo social del niño está influido por su apariencia facial. Los conceptos de belleza del rostro y armonía del perfil desempeñan una función decisiva en el terreno de las relaciones sociales del hombre, por lo que ha sido y es tema de intenso estudio e investigaciones científicas.
Los dientes, al mismo tiempo, son parte integral de la estética facial y asumen una función primordial en las complicadas interacciones sociales, culturales y psicológicas del individuo. Una sonrisa puede comunicar mucho más que las palabras y, en realidad, cuando la sonrisa muestra una dentadura que es desagradable a la vista, esa persona está seriamente dificultada en el desarrollo y uso de las habilidades básicas de comunicación.
Es por ello que nuestros pacientes a menudo se interesan por un tratamiento de ortodoncia motivados fundamentalmente para mejorar su estética, a lo que podemos añadir que gran parte de los esfuerzos y objetivos de los tratamientos ortodóncicos están encaminados a conseguir un perfil estético y armónico y a satisfacer el motivo de consulta de nuestro paciente.
El ortodontista se enfrenta diariamente al reto de conseguir una sonrisa armoniosa partiendo de alteraciones dentales y a menudo también esqueléticas determinadas, que podrían limitar un resultado óptimo y no alcanzar las expectativas deseadas a pesar de contar con una ortodoncia muy bien hecha.
A medida que los niños crecen y se acercan a la adolescencia comienzan a interaccionar con diversos medios y desarrollar de manera diferenciada diversas formas de autoestima, de percepción propia y de aceptación de uno mismo. Una sonrisa atractiva tiene aquí un papel muy importante, y la ortodoncia es una herramienta de ayuda para poder conseguirlo.